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ESCUELA LAICA DE CÓRDOBA

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA

¡Con el P.S.O.E hemos topado amigo Sancho!

RELACIONES IGLESIA Y ESTADO

¡CON EL PSOE HEMOS TOPADO AMIGO SANCHO!

Desde mi perspectiva como ciudadano de “a pie” quisiera expresar algunas reflexiones, con la modesta intención de aportar algo de información y claridad, a la problemática surgida en torno a la nueva asignatura de Educación para la ciudadanía.

En primer lugar quisiera decir que la cuestión de primer orden no es si esta asignatura es positiva o negativa si sus contenidos son idóneos o no, la cuestión es de mayor calado, como voy a intentar demostrar a continuación. En este debate, como es normal, la mayoría de la ciudadanía sólo se queda en la superficie sin profundizar lo que debería ser necesario para una buena salud democrática de la ciudadanía española.

Para continuar quiero hacer una aclaración y es que no voy contra la religión, estaría gracioso a esta altura de siglo, ni voy a intentar derribar las pruebas clásicas de la existencia de dios, que siguen lo mismo que en tiempos de maricastaña.

La clave está en el concordato con la santa sede de 1979, acuerdo firmado unos días después de la Constitución de 1978, acuerdo que el gobierno del psoe no quiere denunciar y acabar de una vez con la ingerencias de las religiones, en especial la católica, en las instituciones y en la vida pública del estado español.

Apoyar con dinero público a la religión representa una contradicción con la propia religión, pues todas las páginas de su doctrina excluyen una dependencia de los poderes de este mundo, yendo más lejos hay que decir que uno/as creyentes convencidos/as de la verdad de su fe no tendrían por que recurrir al Estado para subvencionar la enseñanza de su religión, si lo hacen es porque en el fondo son bastante conscientes de sus falacias como para confiar en sus propios méritos.

La experiencia también me confirma, hoy como siempre, que los reconocimientos oficiales de las iglesias en lugar de mantener la pureza y eficacia de la religión, han operado convirtiéndola en causa de sangrientos conflictos.

Desde la jerarquía del clero, verdaderos expertos en argumentos falaces, se esgrime el concordato con la santa sede para exigir dinero del estado para impartir en los colegios dogma y moral católica.

Para desenmascarar esta treta quiero hacer algunas reflexiones sobre dicho concordato.

La capitulación del gobierno español, no solo del actual sino de todos los anteriores desde la constitución del 1978, se verifica en el concordato identificándolo verbalmente con tratado internacional, pero un concordato no es un tratado internacional común.

En el concordato se realiza de hecho una interferencia de soberanía en un solo territorio estatal, ya que todos sus artículos se refieren a los/as ciudadanos/as de uno solo de los estados contratantes, sobre los cuales el poder de un estado exterior justifica y reivindica determinados derechos y poderes de jurisdicción

(Aunque sea de una determinada jurisdicción especial)

El concordato es, por consiguiente, el reconocimiento explícito de una doble soberanía en un mismo territorio estatal.

El concordato menoscaba de una manera esencial el carácter autónomo de la soberanía del estado español.

¿El estado español obtiene una contrapartida? Por cierto que si, pero la obtiene en su mismo territorio y en lo que respecta a sus propios ciudadanos/as.

El estado obtiene (en este caso correspondería mejor decir el gobierno del psoe) que la iglesia no estorbe el ejercicio del poder, y que por lo contrario lo favorezca y lo sostenga, de la misma manera que una muleta sostiene a un cojo.

¿Qué significa en la práctica la situación creada en España por el concordato con el vaticano? Significa reconocer públicamente a una clase de ciudadanos/as de nuestro país determinados privilegios políticos, sociales y económicos.

Y después de todo lo dicho, y para más INRI, el pasado domingo día 30 de Diciembre presenciamos el espectáculo, incluidas declaraciones antidemocráticas, de la jerarquía católica en Madrid. Salud y República.

Rafael Sánchez Molina

LAS CIENCIAS EN EL PUNTO DE MIRA

Hace varios meses expuse, en una colaboración publicada en el Diario Córdoba (Cola de lagartija, 20.8.07), que las objeciones de la Conferencia Episcopal a la asignatura Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos (EpCyDH) no eran sino una tapadera para proteger su más preciado tesoro: la enseñanza de la religión en los centros sostenidos con fondos públicos. Finalizaba el artículo con una pregunta premonitoria: ¿También plantearán objeción de conciencia a todas aquellas áreas que desarrollen transversalmente los contenidos de esta asignatura?

Hoy la pregunta adquiere una nueva y esperada dimensión, al publicarse en los medios de comunicación la queja y posible objeción a la nueva asignatura Ciencias para el Mundo Contemporáneo (CpMC), obligatoria para todos/as los alumnos/as de 1º de bachillerato. La Federación de Enseñantes Religiosos (FERE) y la de las AMPAS afines a la Iglesia (ICAR) la creen innecesaria, porque en ella se tratan "convicciones morales sobre temas no compartidos", como el uso de células madre, la clonación, la fecundación in vitro y el evolucionismo, y puede convertirse en un instrumento para "adoctrinar" (Diario Cordoba, 4.6.08). A mi juicio, se trata de una posición retrógrada, separada por una delgada línea de la contundente potencialidad de la famosa sentencia de Víctor Hugo: “En todo pueblo existe una antorcha, el maestro; y un extintor, el párroco”.

¿Cómo se ha llegado a esta situación? ¿De dónde han conseguido estos profesores/as, padres y madres la fuerza necesaria para plantear un acoso tan brutal a la Cultura Científica? La respuesta es evidente. Se nutren del espíritu zapatero: Una concepción capciosa de la aconfesionalidad del Estado que nos ha conducido al mantenimiento de las religiones en las escuelas, al aumento del porcentaje del IRPF para el sostenimiento de la ICAR y al penúltimo jarro de agua fría derramado sobre el laicismo: El rechazo de la propuesta de eliminación de los símbolos religiosos en las ceremonias oficiales.

Cuando la Conferencia Episcopal lanzó su órdago animando a objetar la asignatura EpCyDH; la FERE, contraria a una postura tan radical, arrancó del gobierno el derecho a adaptar la nueva asignatura al ideario del centro. Y así, los contenidos iniciales, coherentes con una Ética universal, quedarían mutilados sensiblemente en lo referente a la familia, para adaptarlos a la “antropología cristiana”. Se abría así la puerta a una gran diversidad de planteamientos éticos contradictorios, reflejados en diferentes libros de texto. De esta forma podrían obviarse en un colegio católico la filosofía de género (el que elige la persona), el matrimonio homosexual, las relaciones prematrimoniales o la anticoncepción, por ejemplo. O considerarlos pecado mortal, sin posibilidad de debate ni contestación.

En Andalucía las cosas se complicaron un poco más en abril de 2008 cuando el Tribunal Superior de Justicia aceptó, parcialmente, los planteamientos de cinco padres y madres sevillanos (algunos, miembros del PP) y anuló el desarrollo de los contenidos de varias áreas del currículo referidos a la ideología de género, las relaciones homosexuales y las opciones vitales, por su incompatibilidad con la neutralidad obligada del Estado, rechazando el recurso contra los que se referían a otros temas relacionados con las células madre o la clonación, por ejemplo (¡qué alivio!). No sabemos qué consecuencias tendrá para el futuro de esta y otras asignaturas la sentencia andaluza, ya que está recurrida por la Consejería de Educación y no coincide con las sentencias dictadas en otras CCAA.

Las Ciencias son la antorcha que ilumina el pasado, el presente y el futuro de nuestra especie. Representan el fruto de la lucha del ser humano contra los mitos. La nueva asignatura viene a paliar en parte el déficit de formación científica que arrastra el alumnado de la ESO y contribuirá a forjar ciudadanos/as más cultos e informados, algo más comprometidos, libres y responsables, capaces de adoptar decisiones individuales y colectivas de forma autónoma, racional y fundamentada, respecto a los retos y dilemas que la Humanidad tiene planteados. No me extraña que determinadas fuerzas reaccionarias pretendan sofocar su impulso liberador y democrático.

La Cultura Científica se convierte así en una amenaza para los que se creen investidos de la verdad absoluta. Pero si ésto es así, ¿por qué no negar el conocimiento científico desde el principio de la escolaridad, cuando los niños/as y niñas son más vulnerables? ¿Por qué no impedir también el aprendizaje de la evolución, del big-bang o del funcionamiento del cerebro, a partir de moléculas y electricidad, en las clases de Ciencias Naturales? ¿Por qué no volver a explicar al alumnado, como hace sesenta años, que hay una especie de fantasma en nuestra máquina, el alma, con sus tres potencias: La memoria (plasmada en la Biblia, fuente de la moral), el entendimiento (iluminado por la fe) y la voluntad (de seguir viviendo en la Edad Media)?

(Artículo enviado al Diario Córdoba, a primeros de junio de 2008. Sin publicar)