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ESCUELA LAICA DE CÓRDOBA

LAICISMO

CÓRDOBA LAICA

CÓRDOBA LAICA

A partir de noviembre, los nuevos contenidos que iban a incorporarse a este blog se trasladan al de Córdoba Laica. Mientras tanto, las entradas antiguas permanecerán en éste.

 

CÓRDOBA LAICA EN LA FIESTA DEL PCE

CÓRDOBA LAICA EN LA FIESTA DEL PCE

Durante los días 18, 19 y 20 de septiembre,  Europa Laica, Granada Laica y Córdoba Laica estarán presentes en la fiesta del PCE exponiendo sus propuestas sobre laicismo institucional, escuela laica, símbolos religiosos, etc.

Nuestro correo electrónico: cordobalaica@gmail.com

 

LA PROFUNDIDAD DE UNA FOTO

Hay en el Parque de las Ciencias de Granada una sala con un gran espejo. Te miras en él y tu imagen se multiplica casi hasta el infinito, haciéndose cada vez más pequeña. La foto que se despliega en el ordenador ante mis ojos tiene también mucha hondura. Pero al contrario que la del museo,  refleja un mensaje múltiple que crece por momentos, sumergiéndonos en una especie de espiral de incoherencia ética.

Se publicó hace unos días en un diario cordobés y en un blog. Es una típica instantánea de Semana Santa, con dos personas  ocupando el primer plano. Están vestidas con arreglo a la solemnidad exigida por el lugar que ocupan en el desfile. Ambas sonríen y portan un báculo cofrade en la mano, con una cruz plateada. Al fondo,  dos edificios de la barriada de las Palmeras. Hay también nazarenos/as y gente sencilla, que espera la llegada de un paso. Sería éticamente plana, si no fuera porque...

Casi con seguridad,  una de estas personas no es creyente. Quizás la otra sí lo sea. Mantengamos la hipótesis más probable. En este caso, su participación en el desfile procesional es, en principio, chocante. Para muchos/as, no tiene trascendencia. Para algunos/as, entre las que me encuentro, es un signo de hipocresía y un insulto a los sentimientos religiosos más profundos (no a los míos). Con su presencia, la procesión se convierte en un carnaval postrero; en una actividad festiva más. Pero, ¡ay! No es sólo eso...

Ambas son dos concejales/as que "actúan" (sobreactúan, diría yo) representando a la corporación municipal de Córdoba, lo cual no es otra cosa que  un flagrante atentado contra la aconfesionalidad del Estado y de nuestras instituciones. Pero, ¡qué más da! Se trata de un principio constitucional pisoteado tantas veces y en tantas ocasiones, que no nos sorprende: Funerales de Estado, religión en las escuelas, crucifijos en las tomas de posesión, etc. Pero, si sólo fuera por esta minucia repetida...

Quizás las dos interpreten un himno escrito por la gran compositora municipal (hoy gestionando la obra pública andaluza),  para ganar la calle y las urnas. Tal vez alguien purgue, además, pecados del pasado. En este caso, su sonrisa no es sino la expresión distorsionada del dolor por el cilicio impuesto para apaciguar los ánimos del gremio cofrade, ofendido en otras circunstancias. Pero me temo que hay algo más en esta foto...

Casi en la profundidad de la misma se divisan unas siglas que han perdido el norte por un puñado de... votos. O de "garbanzos" caídos del cielo de la banca. Podría ser una batalla diseñada desde los despachos para contrarrestar el lazo blanco en nuestras calles, sembradas de pasiones antiabortistas anunciadas. Parecen decirnos, a los atónitos espectadores/as: "Aquí estamos, de procesión y sin lazo, como tiene que ser." Veo también en la foto a un partido al que se le llena la boca de laicismo, pero que no lo practica y que, a juzgar por ésta y otras fotografías, se le atraganta. Una izquierda claudicante... Pero, ¡qué lástima! La espiral no ha terminado aún.

No veo sólo unas siglas. Veo una sociedad que produce líderes que piensan una cosa y llevan a cabo otras, por puro pragmatismo. Ocurre con la religiosidad. Pero también con la industria armamentista, el urbanismo insostenible, la pobreza, la inmigración, etc. "Sufrimos" una democracia en la que la rectitud y la coherencia no son virtudes civiles. Que guarda en sus armarios los ideales  y valores, mientras saca al ruedo político los intereses más rastreros. Una sociedad en la que se dibujan sin pudor las contradicciones del sistema y las máscaras de sus políticos/as. Como en la foto. O, más recientemente, con  el reciente viaje sin retorno de la reina de la transmutación ideológica a Sevilla. Y no pasa nada.

HS

LA NUEVA “LAICIDAZ”

Son cinco los retos relacionados con la laicidad que nos propone, en las resoluciones de su 37º congreso (páginas 109-112), el partido gobernante: Educar a los jóvenes en una ética cívica, basada en los valores constitucionales y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos;  una cultura pública laica (…); la consolidación, sin discriminaciones, de las relaciones de cooperación con las diferentes confesiones; la igualdad ante el Estado de todas las convicciones, sean o no religiosas y, por último, la desaparición de la confesionalidad que pervive en espacios y prácticas de las instituciones públicas, incluyendo la simbología religiosa, de acuerdo con el sentir general de la ciudadanía. Podríamos denominarla laicidad constitucional postergada, por su origen (artículo 16 de la Carta Magna) y  por su indeterminación temporal, dado que “su consolidación sólo será posible con el paso de las generaciones y los cambios culturales concomitantes” (página 109). Pese a todo, ha provocado la irritación de la jerarquía católica y ciertas expectativas en los foros laicistas, tras treinta años de criptoconfesionalismo estatal.

Pero, cuando aún están calientes los rescoldos de la fumata blanca que anunció la reelección, como Secretario General, del ideólogo de esta nueva “laicidaz”, se nos cuelan en los medios de comunicación, entre la crisis financiera y los escándalos del ladrillo, tres noticias que ponen de manifiesto la inercia cómplice del Gobierno respecto a las religiones, haciendo realidad el refrán y el título de la comedia de Shakespeare: “Mucho ruido y pocas nueces”.

La primera perla veraniega transcurre entre los días 10 y 12 de julio de 2008, en el marco de la Expo de Zaragoza. Se trata de un congreso de Ecología sin ecólogos en el Pabellón de la Santa Sede, presidido por el presidente del Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, el cardenal Martino. Forman parte del comité de honor el alcalde de Zaragoza y el vicepresidente del Gobierno de Aragón, paladines del socialismo y artífices de esta ostentosa exposición sobre el agua y el desarrollo sostenible. Invitado a participar en un principio, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas se desvincula del mismo, una vez que se descubre que no es mas que una tapadera para la promoción de una idea acientífica: el diseño inteligente. Durante tres días se debaten aspectos como la naturaleza espiritual y corporal del ser humano y su relación con el planeta, haciéndose propuestas ecologistas que cualquiera podría suscribir. Un  reclamo más de la Santa Sede para ganarse a los jóvenes (lo “verde” vende).

Pocos días después  se celebra en el palacio del Pardo (¡vaya sede!) una conferencia internacional para el diálogo de religiones. Como mecenas, el autócrata rey de Arabia Saudita, un país islámico fundamentalista donde se persiguen otras prácticas religiosas y se castiga con un rigor impensable la blasfemia. El propósito oficial: “Llamar la atención de los gobiernos para luchar contra el vínculo entre la religión y el terrorismo, así como promover un diálogo constructivo entre aquellos con la fe religiosa” (BBC, 18.07.08). La finalidad subyacente: Afrontar la creciente pérdida de valores religiosos. Y arropando esta farsa, el día de su inauguración, nuestro monarca y tres representantes del gobierno: su presidente y los ministros de Exteriores y de Justicia.

La nota simpática la aporta, el 15 de julio, el director general de Tráfico, al presentar, junto con sus diseñadores, los monjes budistas de Garraf, un manual y un caro casco budista, con mantras para proteger y pacificar la mente durante la conducción de motocicletas. Una versión tántrica del “yo conduzco y San Cristóbal me guía”. Lo que no se anuncia es que, si a pesar de todo, la máquina o el quitamiedos de turno siegan nuestra humana existencia, tal vez nos reencarnemos en un caracol, como penitencia pedagógica.

Un congreso de teólogos, el diálogo entre líderes religiosos, un casco budista homologado o  las procesiones de Semana Santa son manifestaciones colectivas de la conciencia libre de los ciudadanos/as, que no atentarían contra la laicidad, si no fuera por el apoyo del Estado, cuando sus gobernantes se implican en su organización,  las respaldan con su presencia oficial o las subvencionan con dinero de todos los contribuyentes. Pero esto no es nada. Heredamos del nacional catolicismo una pesada losa. Son los acuerdos con la Santa Sede de 1979, que nos sitúan a años luz de la verdadera laicidad: El mantenimiento de la religión en las escuelas sostenidas con fondos públicos; la financiación de la ICAR, con un porcentaje del IRPF; las subvenciones a los colegios con ideario católico, en detrimento de la enseñanza pública; el nombramiento de capellanes en los ejércitos, cárceles y hospitales; la celebración de funerales religiosos de Estado; la consideración de la blasfemia como delito; etc. Una laicidad que el PSOE de la “nueva vía” no sabe o no quiere liderar, debido, tal vez, a las convicciones de sus líderes o  por temor a pagar un elevado precio electoral. Éste es el lastre que nos impide avanzar.

ÉTICA, HOSPITALES Y RELIGIÓN

Cierto que existen los comités de ética asistencial en los hospitales públicos, para asesorar en caso de conflicto moral o ético, y cierto que el convenio con la Comunidad de Madrid contempla la presencia de curas católicos para esas funciones. Este asunto, en el contexto del grave deterioro al que está conduciendo a la sanidad pública el gobierno de Esperanza Aguirre, podría parecer una anécdota. Cualquier usuario de ambulatorio u hospital es consciente del grave deterioro de la asistencia sanitaria en los últimos diez años con los gobiernos del PP.

Con una asistencia ambulatoria y hospitalaria que ha retrocedido al nivel de hace 60 años (por su masificación, baja calidad asistencial y falta de recursos), la presencia de curas católicos en los comités de ética podría parecer un asunto banal, acostumbrados como estamos a estas situaciones de claro privilegio a favor de la iglesia católica. Esta posibilidad se reconocía para el  antiguo INSALUD, incluso en 1995, con el PSOE en el gobierno de la nación.

 Pero el problema no es que haya curas católicos en el comité: el problema es que hay 546 curas católicos, en exclusiva, en los hospitales públicos españoles. Y el problema es que los paguemos entre todos los españoles, sean cuales sean nuestras creencias (de origen religioso o no). Sólo en la Comunidad de Madrid pagar sus sueldos en 2008 nos costará 766.000 € (127,5 millones de Ptas).

Esto es así por la existencia de esa fábrica permanente de desigualdad y discriminació n que son los Acuerdos con el Vaticano de 1979 y la Ley de Libertad Religiosa de 1980. Por el primero el Estado reconoce y garantiza la asistencia religiosa en los hospitales públicos y a la religión católica le reconoce regularlo de común acuerdo (art.IV). Por la segunda se obliga a los poderes públicos a adoptar "las medidas necesarias" para facilitar la asistencia religiosa en los hospitales, entre otros establecimientos públicos.

 

Ante una situación que precise de confortamiento o asistencia moral en un hospital, cualquier ciudadano (con creencias de origen religioso o no) debería tener el derecho de solicitar la ayuda que estime conveniente. Pero el privilegio actual a favor de las creencias religiosas en general, y católicas en particular, es indignante, gravemente discriminatorio y atenta contra la Constitución. Máxime si al capellán se le provee de sueldo, despacho y capilla estable. Así pues ¿por qué extrañarse de que se siente en un comité?

Por lo tanto, si el PSOE de Madrid desea acabar con esta situación, haría bien en "oponerse rotundamente" a la "auténtica barbaridad" de ambas leyes, en vez de enredarse en la cortina de humo de los comités de ética (aunque también haya que denunciarlo) . Su Secretario General, Tomás Gómez, afirma que el gobierno de Aguirre "intenta llevar a la Sanidad pública madrileña un modelo moral que no es compatible con el modelo constitucional" ni con una España moderna. Pero el modelo moral ya lo tenemos implantado, merced a los Acuerdos de 1979, en la enseñanza pública, en los hospitales, en las cárceles, en el ejército, en la judicatura, en la política.

Por tanto propongo al PSOE de Madrid, y a sus militantes, que en vez de establecer un "frente social y político" contra la presencia católica en los comités de ética (que es un efecto), dirijan dicho frente contra los Acuerdos de 1979 y la Ley de Libertad Religiosa de 1980 (que son la causa). El movimiento por un Estado verdaderamente laico, a favor de la libertad de conciencia y por una verdadera separación iglesias-Estado se lo agradecería y resultaría de ello, una sociedad más justa y democrática.

M. Enrique Ruiz del Rosal

Asociación Laica de Rivas Vaciamadrid

http://www.rivaslaico.org.es